Eran tres días y medio en la selva panameña. Se reunieron estudiantes con astronautas, ganadores de premios Emmy, periodistas, inventores, músicos y empresarios. El evento sirvió como detonante para derribar las paredes que limitan el acceso a la información e ideas.
Preguntas, respuestas, sonrisas, lágrimas, sudor y compañía compartieron los asistentes en el instituto Kalu Yala, ubicado en la comunidad de Tres Brazos, en La Mesa de Pacora.
Hatch
Cerca de 125 personas fueron invitadas a Kalu Yala por Hatch, una red que busca conectar personas para el bien común, basada en la reciprocidad por los últimos 12 años.
“Al unir personas con diferentes experiencias y habilidades, con talentos únicos e ideas innovadoras, se amplifican los efectos y se llega a una meta más rápido, ya que comparten intereses y pasiones similares”, dice el fundador de Hatch, Yarrow Kramer.
Panamá fue el país que escogió Kramer después de que Jimmy Stice, el dueño de Kalu Yala, lo invitara a la tierra centroamericana.
“Hay muchas personas haciendo cosas geniales en silencio, hay una muralla. En Panamá, somos multidisciplinarios y multigeneracionales. La creatividad y la innovación logran el progreso, y Panamá es el puente que nos conecta a todos”, le dijo Stice a Kramer cuando se conocieron en un Hatch hace dos años en Montana, Estados Unidos.
El eje central del Hatch LatAm realizado en Panamá entre el 17 y 21 de febrero , incluía ideas para crear un corredor de innovación que tuviera un impacto duradero en el continente americano, además de temas de educación, innovación y creatividad con beneficios económicos en el ámbito local, regional y global.
El efecto Hatch
La primera tarde en la que se encontraron esas mentes brillantes, se escuchaban conversaciones de registro de marcas y propiedad intelectual comunitaria. Un grupo de mexicanos mostró sus inquietudes, mientras panameños y chilenos contaban sus testimonios.
El segundo y tercer día los intelectuales, empresarios, músicos galardonados, astronautas y otros contaron sus experiencias y cómo Hatch les había ayudado a cumplir sus sueños.
En 2013, el compositor Philip Sheppard conoció a Tanya Thompson, gerente de Think Fun y parte de la junta directiva de Hatch, el innovador Parker Thomas y el ingeniero David Yakos.
“Después de cuatro días, nos dimos cuenta de que compartíamos el mismo interés de crear formas para que niños y adultos utilicen la imaginación, a fin de transformar lo ordinario en lo increíble”, recuerda Thompson.
Desde entonces, han sacado al mercado dos juguetes, Compose Yourself y Maker Studio, y están próximos a desvelar otro el mes que viene.
El director creativo de Selina, Oz Zechovoy, compartió la experiencia de cómo el hostal está cambiando prejuicios hacia los mochileros y creando experiencias para sus huéspedes, a través de espacios sostenibles aptos para nómadas digitales y soñadores.
Hatch permite que las personas cambien la perspectiva que tienen de la vida y transformen lo “imposible” en la siguiente innovación.
En esta filosofía de vida se han montado muchas personas, en especial jóvenes, que quieren invertir tiempo en las cosas que les apasionan.
El índice Kauffman reveló que el emprendimiento aumentó 10% de 2014 a 2015 en Estados Unidos.
En 2015, un sondeo entre 10 mil adultos indicó que 310 se atrevían a emprender. El año anterior, esa cifra había llegado a 280.
El economista Luis Alberto Morán advirtió de que en Panamá hay pocas personas que se atreven a emprender por miedo al fracaso.
La mayoría de los proyectos de emprendimiento comienza a tener forma cuando las personas tienen más de 30 años, afirmó.
En Kalu Yala se identificaron los desafíos que tenían los emprendedores actuales y las preocupaciones de jóvenes de diferentes países que habían viajado para asistir a la concentración.
La falta de regulación e información, la burocracia y el idioma eran algunos de los desafíos de jóvenes creativos de distintos países.
En los tres días y medio que compartieron los asistentes en Kalu Yala, lograron avances en temas de innovación, cambio climático, educación y creatividad.
Kramer enfatizó en que las promesas y los programas que salgan después de tres días en la ‘incubadora de ideas’, se deben cumplir para crear una comunidad de emprendedores y creativos en la región, empezando por Panamá.
Anima a otras personas que buscan crear un impacto positivo a formar parte de esta ‘sociedad, ya no tan secreta de superhéroes’.