Un curandero le ganó al médico

La mayoría de los médicos convencionales miran con desdén al curandero botánico. Pero Aquilino Garabato, vecino de La Peñita de Metetí, opina de otra manera. “Hace dos años, una tarde, llegando a mi casa, me mordió una verru- gosa, una víbora de las más peligrosas. Desperté al otro día en el hospital Santo Tomás, pues no había curandero en la comunidad. Pasaron ocho días y mi pierna estaba negra hasta la pantorrilla, se fue hinchando hasta la ingle. No coordina- ba las ideas y me sentía muy mal. Como no lograba mejorar, le pedí a mi fami- lia que me trajera a un botánico. Desde el hospital inicié el tratamiento y a los pocos días volví a mi comu- nidad. Le pedí a Arnulfo Chango que me atendiera. Pocos días pasaron y la piel podrida empezó a recobrar su color natural y en una semana logré aliviarme. Yo sí soy creyente de estas curas y pienso que los jóvenes no deben despreciar los se- cretos de la medicina botá- nica emberá- wounaan”.

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