Para una nueva cadera

Una cirugía de cadera implica, entre otras, remover una articulación enferma, ya sea por una artritis o por un trauma en la cadera. Durante este procedimiento, una de las prácticas que se ejecutan es remover la cabeza femoral y esta se reemplaza con un tallo dentro del fémur, explicó Juan Suárez, cirujano ortopédico del Cleveland Clinic Florida (Estados Unidos). Según el galeno, esta intervención eliminará la coyuntura enferma, por lo que no habrá tanto dolor y mejorará el movimiento de dicha coyuntura. Una razón común para efectuar esta cirugía es la osteoartritis, que es el desgaste de la coyuntura o cartílago de la superficie articular que una vez se desgasta produce inflamación, rigidez y dolor. Otras condiciones que también pueden degenerar la coyuntura son las facturas, las condiciones autoinmunes como las artritis reumatoidea o el lupus, dijo durante su intervención en el XVI Congreso Médico de la Clínica Hospital San Fernando, realizado recientemente en la ciudad de Panamá. A TOMAR EN CUENTA En esta intervención de cadera, como en cualquier otro tipo de cirugía, se pueden presentar algunos riesgos, el principal sería una infección que ocurre en un porcentaje aproximado del 1%. Suárez explicó que el problema se da porque cuando un reemplazo se infecta, la bacteria se adhiere al metal y hay que removerlo. También se puede presentar una trombosis venosa, que llevaría a generar una posterior embolia pulmonar. Por otro lado, resalta el especialista, uno de los avances es que no se cortan los músculos para llegar a la cadera, se trabaja entre ellos y el dolor será menor después de la cirugía, por lo que la recuperación será más rápida. Esta técnica permite al cirujano insertar la prótesis de cadera a través de una “pequeña incisión”, que a su vez reducirá considerablemente el uso de dispositivos como los bastones y andaderas, por lo que este procedimiento es más beneficioso para el paciente. En este sentido, recuerda que la terapia física es la clave para la recuperación de la movilidad. Estas cirugías se realizan más que nada a personas de entre 60 y 70 años, aunque en ciertos casos se les practica a pacientes de menor edad, sin especificar cifras.

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