Apostolado médico: Xavier Sáez-Llorens

Aparte del sacerdocio, los trabajos de educadores, policías o médicos son considerados apostolados, porque se requiere vocación especial para ayudar desinteresadamente al prójimo aun a expensas del bienestar propio. Estas disciplinas, por tanto, deben estar muy bien remuneradas para mitigar fatigas, deudas e inquietudes que puedan afectar el altruista compromiso. Una huelga educativa trastoca el aprendizaje del estudiante, menoscabando su nivel de competencia futura. Las huelgas en el campo policiaco o médico son criminales porque pueden conducir a la pérdida de vidas. Jamás he visto a los uniformados en paro. Nuestro país, empero, ha sido víctima de la frecuente paralización laboral por galenos. Durante los últimos tres gobiernos, ha habido más de una decena de huelgas sanitarias. Por ética personal, jamás podré estar de acuerdo con estas impopulares medidas aunque, en ocasiones, las reclamaciones sean justas. Me gané enemistades de colegas por defender las gestiones ministeriales de Mireya Moscoso y Martín Torrijos contra la intransigencia de Comenenal. Por culpa de sus anárquicos líderes, no contamos con un modelo único de salud, pese a crónicos diálogos. Hace falta un diagnóstico preciso de las necesidades de personal por especialidad y región sanitaria. Es obvio, sin embargo, que con los nacionales disponibles en estos momentos no se satisfacen las demandas. El Dr. Mendoza, prestigioso decano de la Facultad de Medicina, lo expresó en entrevista reciente. Se necesita un período formativo de una década para cubrir la geografía nacional con facultativos panameños. Los extranjeros, por supuesto, deben tener idoneidad y capacidad demostrada para ejercer estos puestos de manera transitoria. Siempre he sostenido que los especialistas jóvenes deberían ser asignados por unos años en áreas de difícil acceso en reciprocidad a lo que el Estado invierte en su formación. Se podría, incluso, suprimir el segundo año de internado, cuando el recién graduado sabe muy poco de muchas cosas, para que haga su servicio social en el interior cuando ya esté mejor instruido y sea más útil. Desafortunadamente, muchos recurren a padrinazgos para escaparse a esta normativa. Una de las quejas se relaciona a la cacareada privatización de la salud. Soy un acérrimo defensor de que la salud poblacional debe ser pública. Me parece ilógico que se haya invertido tanto en infraestructura para después regalarla a comerciantes. La concesión de algunos servicios no implica privatización del sistema. Por ejemplo, ante la escasez de personal entrenado e interesado, el Hospital del Niño ha contratado ocasionalmente a empresas para optimizar imprescindibles tareas básicas. El impacto de esta gestión ha sido favorable. La estrategia es también eficaz porque si el empleado no rinde, sus horas están contadas. En contraste, para poder botar a un funcionario por vagabundería, se requiere ensillar a un zopilote. ¿Será que los médicos temen al despido por holgazanería? La institución, además, envía niños a centros privados para realizar exámenes o procedimientos especiales que no están disponibles en nuestro nosocomio. La asociación público-privada es una figura utilizada en muchos países, incluso de corte socialista, para brindar eficiencia a la gestión estatal. La Comenenal ha arruinado la reputación que otrora tenía la comunidad médica ante una población que reclama atención humanizada de calidad. Preocupa que los médicos jóvenes sean manipulados por cabecillas que se preocupan más de su statu quo que del futuro de nuestra profesión. ¿Por qué cuando se paraliza lo público, los huelguistas no hacen lo mismo en lo privado? ¿Por qué la dirigencia no presiona para que los médicos cumplan sus horarios en hospitales y centros sanitarios? Todos los otros profesionales sanitarios lo hacen. ¿Nos creemos superiores? Cada vez que un galeno deja de atender adecuadamente a un paciente para empujarlo a asistir después a su clínica está privatizando la sanidad. Todos los días, en horas diurnas, médicos estatales pasan visita, dan consulta y operan en establecimientos privados. He trabajado toda mi vida a nivel público y conozco a responsables e irresponsables. Algunos colegas xenofóbicos alegan que los panameños somos mejores que los extranjeros, pero sabemos que hay mediocres en todos lados. ¿Por qué la mayoría de agitadores son los que usualmente incumplen o carecen de méritos académicos? ¿Será que no tienen como destacar y propician huelgas por protagonismo? Me resultó curiosa la decisión de los especialistas de mi hospital en apoyar inmediatamente la huelga. Asistió menos de la mitad de los que tenían derecho a voto. Hubo un sesgo inicial al invitar a voceros gremiales pero no ministeriales para explicar la ley. Había funcionarios que ordinariamente no ves en reuniones docentes o administrativas. Por las dilatadas intervenciones, varios se retiraron para atender a infantes hospitalizados. Al final ganó el sí, pero hubo numerosa abstención, gente que no avalaba “ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario”, tal vez con temor a ser considerada “rompe grupo”. No parece haber genuino deseo de solucionar prontamente esta confrontación. La solución parece simple. Corregir las imprecisiones de redacción en la ley con el ministro, pero rápidamente para beneficio de los pacientes interioranos. Después de este artículo, quizás sea declarado no grato en el gremio. Anexaré el logro a mi currículo. @xsaezll

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