Los desequilibrios de la inversión pública: Elpidio J. González A.

Mi tío reside en una comunidad del distrito de Cañazas (Veraguas), llamada El Poste. Hace algunos años, resultaba una odisea atravesar el camino hacia ese lugar en la temporada lluviosa. Por medio del extinto Programa de Desarrollo Comunitario (Prodec) se rehabilitó un tramo de 5.3 km de carretera fangosa y, con la ayuda de cunetas, tubos de hormigón y grandes cantidades de piedra, se logró que el camino fuese transitable permanentemente. Investigando un poco, descubrí que este proyecto costó 191 mil 300 dólares, según la página web del Prodec. Aguzado por mi curiosidad, ingresé a panamacompras.com, con el fin de conocer el costo de una cómoda aula de clases. La licitación para construir un salón en la escuela El Barrero de Coclé, tenía como precio de referencia 29 mil 999 dólares. Tras los escándalos de gastos exorbitantes por parte del Gobierno, tanto en publicidad como en “páginas web” y proyectos de cuestionable utilidad, surge una pregunta ineludible: ¿por qué muchos panameños viven aún en condiciones infrahumanas, dan clases en escuelas rancho y están incomunicados por las lluvias, si hay tanto dinero en las arcas estatales? El Decreto Ley 1 de 2006 me dio la respuesta. Por dicho medio se creó el Prodec y en su contenido se estipula que el presupuesto anual de esa entidad será de 50 millones de dólares. Hay 621 corregimientos en Panamá, por tanto, el Prodec aportaba aproximadamente 80 mil dólares a cada comunidad por año. Considerando los precios de las obras que mencioné anteriormente, ¿cómo podemos concebir que con una suma tan ridícula se sostenga una buena calidad de vida en las poblaciones más humildes? A través de una simple regla de tres, esta verdad puede recrudecerse. El porcentaje que representa la inversión de 50 millones en el Prodec con respecto al presupuesto general del Estado para el año pasado (que superó los $14 mil millones) es de un absurdo 0.35%. La reciente Ley 84 de 2012 crea el Programa Nacional de Desarrollo Local (Pronadel) que incrementa a 110 mil dólares lo otorgado a cada comunidad para inversión. Sin embargo, esto solo constituye un aumento global de más o menos $20 millones en relación a lo invertido por el Prodec; y la cifra, comparada con el presupuesto general que se baraja para 2014, sigue siendo insultante. Las administraciones deben comprender, de una vez por todas, que el mejoramiento masivo de vías de acceso a áreas apartadas y una incisiva política de inversión en estas comunidades, incrementará indefectiblemente la calidad de vida de todos los panameños. Somos una economía sólida, sí, pero mientras la brecha monstruosa entre los estratos sociales permanezca, el desarrollo será inalcanzable. El reforzamiento de la infraestructura urbana y estatal, de autopistas, colegios y calles capitalinas, además del crecimiento de nuestra competitividad y de nuestra prosperidad económica son tremendos signos de progreso, no obstante, el desarrollo humano ¿dónde quedó? Ante esta realidad, mi tío solo tendría una frase apropiada para regalar a los gobernantes: “Por atajar la yegua, se les fue el potrillo”.

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