Cubanos de toda la isla acudieron a rendir el último tributo a quien consideraban líder histórico de la revolución. La Plaza de la Revolución se vio desbordada.
Foto por: Carlos Barría
Jefes de Estado, representantes diplomáticos, niños, viejos, hombres y mujeres se tomaron la Plaza de la Revolución, símbolo del sistema que implantó Castro después de derrocar a Fulgencio Batista con una guerrilla desde la sierra cubana al dar allí su primer discurso como nuevo líder de la isla.
Por la mañana hubo un homenaje en el memorial José Martí, una estatua gigante en esta plaza. Consistió en un libro abierto en el que quien quisiera firmaba y se comprometía a seguir los lineamientos socialistas de Castro.
En la tarde comenzó la movilización masiva. Caminantes por doquier. A eso de las 2:00 p.m. ya había gente en la plaza. Sentados y entre murmullos. No había música. Solo gente. Conversaban sobre Castro y esperaban que comenzara el acto principal.
El pueblo aplaude y grita ‘Fidel’. Habla Rafael Correa, el presidente de Ecuador.
Olía a naranja, a café, a jazmín. Olía a pan recién horneado, a tabaco, a brisa de noviembre. Olía a lluvia estancada. Olía a gente, a humanidad. Eran miles. Decenas de miles. Rostros desparramados en todas partes. Las calles y avenidas rumbo a la Plaza de la Revolución se atestaron de almas. Caminaron desde la mañana para despedir a Fidel, héroe y tirano de esta isla.
Estaba el anciano canoso y de lentes que lee el Granma, el adolescente de pantalón raído que se toma un selfie frente a la imagen del Che Guevara, la madre joven que empuja el coche de su hijo pequeño.
Las estudiantes de falda corta y medias largas que entran en fila, los universitarios de batas blancas. Todos las caras, todas las pieles. Los murmullos se convirtieron en algarabía.
Esta noche, Cuba en masa, despidió al hombre que rigió sus destinos durante casi 50 años. Fidel Castro, el líder, el dictador, el vendedor de sueños, el político audaz, el ajedrecista, el gigante, el temido, el déspota. El rebelde. Allí estaban.
“Fidel es Fidel. Ese sí es de nosotros. Esto debió durar como 15 días para que todos le trajeran flores”, le decía una mujer a sus cinco amigas en una esquina de la Plaza de la Revolución, a 90 millas de Miami, donde hubo caravanas de celebración por la muerte de quien consideraban un enemigo, un violador de los derechos humanos y un asesino.
RECUERDAN A FIDEL
Muere la tarde habanera y suena una canción que habla de heridas que sanan. A las 7 de la noche se oyó el himno cubano. Los que estaban sentados se pararon, los que estaban de pie se acomodaron. Nadie se movió mientras sonó la grabación. Alguien lee la Marcha Triunfal del Ejército Rebelde.
“Vienen con el alma del pueblo encendido. Vienen con el aire y el amanecer, y sencillamente, como el que ha cumplido un simple deber. No importan los días de guerra y desvelo, no importa la cama de piedra o de grama, sin otra techumbre que ramas y cielo…”.
El pueblo aplaude y grita ‘Fidel’. Habla Rafael Correa, el presidente de Ecuador. Dice que Fidel Castro “trascenderá el tiempo y vivirá en todo el continente americano”. Desestimó a los que han evaluado el éxito y el fracaso del modelo económico cubano.
“El ejemplo de Fidel hará que Cuba nunca vuelva a ser la colonia de un imperio”. Terminó su discurso de, al menos, 10 minutos reivindicando “al hombre nuevo latinoamericano”. Y así, uno a uno, los presidentes, y representantes de gobierno que anoche asistieron al acto multitudinario en La Habana, recordaron a Fidel.
Hablaron en español, en inglés, en ruso, en árabe, en chino. No importó la lengua, todos recibieron aplausos y vítores. ‘Yo soy Fidel’, era el principal. Se escuchaba como una avalancha que sepultaba no solo la Plaza de la Revolución, sino también gran parte de la avenida Paseo.
Fue casi la última despedida de La Habana a su héroe y villano. En la mañana de hoy, miércoles, sale la caravana con las cenizas de Castro hacia Santiago, y que incluirá paradas en varios pueblos de la isla.
Justamente el recorrido inverso que tuvo el militar desde 1956 hasta el 1 de enero de 1959, cuando cambió la historia de un continente.
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