El virólogo panameño Jean Paul Carrera, de 27 años, consiguió, con la ayuda de otros colegas, concretizar el sueño de muchos científicos veteranos del mundo: publicar un artículo de su autoría en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine.
Carrera, licenciado en biología con orientación en microbiológica y parasitología de la Universidad de Panamá, trabaja en el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (Icges), centro que lideró un estudio basado en una epidemia de encefalitis en humanos y caballos que ocurrió simultáneamente en Panamá este y Darién entre mayo y agosto de 2010.
Este joven empezó la investigación a los 23 años como parte de un proyecto, financiado por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, con el que trataba de buscar arbovirus (virus transmitidos por artrópodos).
Entre los principales grupos de arbovirus están los alfavirus, que incluye el virus de la encefalitis equina del este (EEEV, por sus siglas en inglés) y el virus de la encefalitis equina venezolana (VEEV); los flavivirus (dengue, fiebre amarilla y encefalitis de San Louis); y los flebovirus (virus punta toro, y virus chagres).
“Yo propuse estudiar estos grandes grupos. Por casualidad cuando comencé este proyecto ocurrió el brote” de encefalitis equina en el país.
El estudio encontró que en Panamá se habían reportado casos de infección del EEEV en humanos, un asunto que no se había registrado de tal manera en Panamá ni América Latina, pero sí en Norteamérica.
LA EPIDEMIA EN 2010
La encefalitis equina es la enfermedad emergente más severa transmitida por mosquitos del género Culex en América, aclara Carrera. “En ocasiones causa una enfermedad que puede ser confundida con el dengue en humanos, y puede causar síntomas neurológicos graves con una alta mortalidad en humanos y equinos”.
El director general del Icges, el infectólogo Néstor Sosa, explica que al hacer la investigación se sabía que en Panamá ocurren brotes esporádicos del VEEV, que está descrito; lo contrario ocurría con el EEEV. “En Estados Unidos hay casos de EEEV bien conocidos que afectan a Norteamérica, pero realmente en América Latina y en Panamá se habían registrado solo un par de casos de EEEV, y obviamente no se había dado una epidemia de esta magnitud donde hubiera varios niños afectados, incluso muertes. Eso no se había reportado de una manera tan detallada” sino hasta la publicación de este estudio, explica Sosa.
Además de eso, “increíblemente, al mismo tiempo también estaba el VEEV. Es decir: como si fuera poco no solamente había surgido este virus nuevo que habíamos detectado ahora en América Latina, sino que para complicarnos el asunto encontramos casos de VEEV al mismo tiempo, en el mismo momento, en la misma área geográfica”.
Y, aunque el brote de EEEV no ha sido descrito en Latinoamérica, al haberse identificado en Panamá es “una advertencia para otras áreas geográficas”.
Incluso, los estudios de genética y la evolución de los virus aislados durante 2010 demuestran que los virus causantes de la epidemia son las mismas variantes que circularon en Panamá desde su descubrimiento.
Según Carrera, a pesar de que los estudios de evolución de los virus aislados durante 2010 indican que son las mismas variantes que se conocen que circulaban en Panamá, “nosotros encontramos entre 19 y 36 mutaciones que los hacen ligeramente diferentes de sus ancestros. Es probable que estas mutaciones aumentaran la capacidad de ocasionar enfermedad de estos virus. Sin embargo, estas mutaciones deben ser estudiadas en modelos animales para comprobar esta hipótesis”.
Carrera añade que existen otras hipótesis alternativas a la de las mutaciones. Una es que las condiciones climáticas durante 2010 favorecieron el aumento en las poblaciones de los reservorios (mamíferos pequeños, roedores) y vectores aumentando la circulación de virus y con ella la trasmisión de los virus de encefalitis.
Otra hipótesis va relacionada a la deforestación. “En los últimos años se ha dado un fenómeno de migración de personas en las áreas de Panamá este y la provincia de Darién en busca de terrenos fértiles para la ganadería y la agricultura, aumentando la deforestación en la región. Es probable que la deforestación esté causando el desplazamiento de los reservorios y los vectores hacia las zonas donde viven las poblaciones humanas, aumentando así el contacto entre los humanos y el ciclo biológico de los virus”, afirma.
La encefalitis equina –un tipo de zoonosis entre animales silvestres y aves, y que afecta a equinos y a veces a humanos– es una enfermedad grave que trae consecuencias negativas en la salud y en la economía, apunta Néstor Sosa, director general del Icges.
En los humanos incluye afectación del cerebro, fiebre alta, dolor de cabeza, convulsiones y pérdida del sentido. No existen vacunas para humanos, por ello usar mosquiteros y repelentes son las medidas para reducir el riesgo, dice el virólogo Jean Paul Carrera.
En la parte equina, “tiene un impacto económico grande porque el caballo es el modo de transporte o de trabajo de muchos”, dice Sosa. Los equinos afectados desarrollan una enfermedad severa que los lleva a desorientarse, a dejar de comer y, por último, a fallecer.
El veterinario Humberto Hernández, del Ministerio de Desarrollo Agropecuario, explica que para evitar brotes en equinos estos deben ser vacunados, y su movilización deberá ser restringida.
RELLA ROSENSHAIN