Cuando pienso en toronjas, lo primero que me viene a la mente es mi desayuno típico de dieta. Bueno, miento. Lo primero es un Sea Breeze (2 onzas de vodka, 3 onzas de jugo de arándanos y 2 onzas de jugo de toronja), pero nada me hace sentir más virtuosa que un desayunito de dos huevos duros y media toronja, que de paso sea, era mi desayuno de rigor en mis años de estudiante, porque se podía preparar rápido y no “pringüeaba” aceite como mis amadas fritangas.
Ya pasados mis años de helazón estudiantil, he descubierto que la toronja presenta muchas oportunidades culinarias.
Por ejemplo, una compota de toronja, jengibre y anís estrella, que con la adición de salsa de soja puede servir de marinada y glaze para una barbacoa; o si te gustan los sabores más “limpios”, una conserva simple con azúcar es también ideal.
Y no hay que dejar por fuera a las ensaladas y postres. Casi cualquier receta con naranjas y limones se puede adaptar a la toronja, y va de perlas con muchos ingredientes.
Entre mis combinaciones favoritas están la toronja con berro para una ensalada, aunque también va muy bien con la remolacha, la espinaca y la arúgula.
Otra idea es un granizado de toronja con Campari (3 tazas de jugo de toronja, 1 taza de azúcar y 1/2 taza de Campari, y a congelar).
En materia de ensaladas, me gusta servirla con lechuga mezclada con arúgula o berro e hinojo en virutas, o con naranjas, alguna hoja verde como las antedichas, aceitunas de Kalamata y trocitos de queso feta.
También sirve para hacer salsas agridulces para mariscos dulzones como las conchuelas (ver recetario).
Si te salen muy ácidas, entonces súbele la cantidad de azúcar que pide la receta, y listo.
La función de comentar está disponible solo para usuarios suscriptores. Lo invitamos a suscribirse y obtener todos los beneficios del Club La Prensa o, si ya es suscriptor, a ingresar.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión