Cuanto más grande es un mamífero, más tiempo vive. Una regla inmutable, según los biólogos, salvo por el murciélago de Brandt, una especie que puede superar los 40 años combinando hibernación, discreción y genética, indicó un estudio.
En la evolución, a los murciélagos les ha ido muy bien. Son tan diversos que representan alrededor del 20% de todas las especies de mamíferos combinados, son los únicos capaces de volar y se encuentran entre los pocos que tienen un sonar.
Estos animales también plantean un desafío a las leyes de la naturaleza, que sugieren una fuerte correlación entre el peso corporal y la longevidad. Entre ellos, el murciélago de Brandt (Myotis brandtii), nativo de las zonas templadas de Europa y Asia, tiene el récord de esperanza de vida con 41 años.
Así, un pequeño animal que pesa solo 8.4 gramos en su edad adulta puede vivir más que una vaca o un caballo y compite con un delfín, señalaron los investigadores, en un estudio divulgado en la revista británica Nature Communications.
Los investigadores analizaron el genoma del murciélago de Brandt y descubrieron adaptaciones genéticas que pueden explicar el pequeño tamaño del animal y su longevidad. Este murciélago insectívoro ha desarrollado “cambios únicos” en la secuencia genética que regula los receptores de la hormona del crecimiento y de otra la hormona (IGF-1). Una mutación similar es la que causa el enanismo en humanos o en ratones, indicó la investigación. “Sugerimos que estos cambios contribuyen a la longevidad y a las características próximas al enanismo en el murciélago de Brandt”, escribieron los autores.
La combinación de estos genes con la hibernación, un ritmo muy lento de reproducción y una vida aislada permiten a este animal una edad avanzada, destacaron.
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