Javier Bardem se introdujo en una “cápsula” submarina y descendió hacia las oscuras profundidades del Antártico. Pero no se trataba de ningún rodaje, sino de una campaña internacional que abandera para que la zona sea declarada en octubre santuario marino.
El actor español partió en enero de Punta Arenas (Chile) a bordo del Arctic Sunrise, el rompehielos de Greenpeace, embarcándose en una aventura de siete días en uno de los lugares más recónditos de la Tierra.
“Aunque he viajado mucho, nunca había visto nada igual. El trabajo de la naturaleza lo supera todo”, señaló el intérprete, que presentó junto a miembros de Greenpeace la campaña para proteger una zona de 1.8 millones de km2 entre la Antártida y Argentina.
La Comisión del Océano Antártico se reunirá en octubre para debatir sobre la propuesta de la Unión Europea, promovida inicialmente por Alemania, para que se proteja la biodiversidad de la zona creando un santuario marino, que se convertiría en el mayor del mundo.
Además de poner rostro a la campaña -que en un mes ha reunido en internet un millón de firmas-, Bardem está produciendo un documental, Santuario, sobre su expedición, junto al cineasta Álvaro Longoria, con quien obtuvo un Goya en 2013 por Hijos de las nubes, sobre el Sahara Occidental.
El actor de Piratas del Caribe bromeó sobre su instinto marino. “No es lo mismo cuando estás en un barco de verdad. Los marineros me señalaban riéndose, porque vomitaba”, dijo.
Bardem forma parte ahora del reducido grupo de unas 50 personas en el mundo que se subieron a bordo de un submarino científico de dos plazas para explorar las profundidades en esta zona ubicada en el mar de Weddell, cerca de la península Antártica.
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