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‘Esta es la juventud del papa Francisco’

Miles de jóvenes del mundo se dieron cita ayer en la cinta costera, conocida como Campo Santa María la Antigua, para la misa de apertura de la JMJ.
‘Esta es la juventud del papa Francisco’


La brisa marina de la bahía de Panamá golpeaba sin reparo la cinta costera, mientras que el sol a punto de tocar la cima del cerro Ancón anunciaba que la tarde estaba por desaparecer. Se asomaba la noche.

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Lo que hoy y por unos cuantos días se conoce como Campo Santa María la Antigua atestiguaba que algo histórico estaba ocurriendo: jóvenes de 156 países y 380 obispos del mundo esperaban por la misa de bienvenida con la que se daba por inaugurada la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

Fue el 31 de julio de 2016 cuando el papa Francisco, con tres años de pontificado, anunciaba al mundo en Cracovia, Polonia, que Panamá sería la sede de la próxima JMJ.

El desafío estaba allí y después de dos años y medio el gran encuentro de los jóvenes del mundo en Panamá arrancaba.

Naturalmente, y como era de esperarse, en la cinta costera había energía, vitalidad, vigor y muchas hormonas. También esperanza, sueños, aventuras, aspiraciones y quizás frustraciones. Los saltos, cantos, gritos y bailes volvieron este espacio público en un escenario festivo.

Al fondo de la faraónica tarima donde se llevaría a cabo la misa de apertura ondeaban banderas de Perú, Argentina, Irán, Canadá, Colombia, México, Panamá, Corea del Sur y también del Vaticano. Era la tarima del mundo.

La tarde perdía fuerza en los alrededores de los corregimientos de San Felipe, Calidonia y Santa Ana cuando, de pronto, un grupo de voces irrumpió y al unísono cantó: “Vamos al altar, que la eucaristía ya va a empezar”. Era la señal de que la ceremonia religiosa comenzaba.

Hacia el altar se dirigía el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, quien además presidiría el evento. Sobre él, una gran imagen de la Virgen María, pieza clave de la Iglesia católica y de esta JMJ, y a ambos lados dos pantallas gigantes.

Toda la atención estaba sobre la máxima autoridad católica de Panamá y el ruido ensordecedor había desaparecido. El único sonido provenía del irreverente viento. De pronto, Ulloa tomó el micrófono y dijo: “Permítanme saludar a los protagonistas de la JMJ: los jóvenes”. Los aplausos no se hicieron esperar y con ellos el religioso era correspondido.

El mensaje de Ulloa

El arzobispo comenzó su mensaje e incluyó en este retazos religiosos, pero también un mensaje social y político sobre los problemas que afronta la población joven del mundo.

Por un lado, Ulloa resaltó a la Virgen María como la figura central de este evento internacional, una especie de interlocutora o intercesora entre los católicos y Dios. De hecho, recordó que a Panamá la fe llegó bajo Santa María la Antigua, como primera diócesis en tierra firme, desde donde se irradió el evangelio al resto del continente americano.

También evocó la juventud de las periferias existenciales y geográficas, al confiar en que la JMJ será un “bálsamo” para la difícil situación con la que conviven sin esperanza muchos chicos, especialmente los indígenas y afrodescendientes, los jóvenes que migran por la casi nula respuesta de sus países de origen y que los lanzan a depositar sus esperanzas en otras regiones del mundo, exponiéndolos al narcotráfico, la trata de personas, la delincuencia y otros males sociales.

Aunque no se refirió a casos específicos, tales realidades se viven en estos momentos en países latinoamericanos como Venezuela o Nicaragua, debido a la crisis en la que están envueltos y que ha motivado la migración de miles de jóvenes.

La noche estaba por llegar y el discurso avanzaba. Inclusive, hubo espacio para un mea culpa: “Jóvenes, el llamado sigue vigente [...] Quizás como Iglesia no hemos podido transmitirles esto con claridad suficiente, porque a veces los adultos pensamos que los jóvenes no quieren escuchar, que son sordos y están vacíos. Sin embargo, la realidad es otra. Les hace falta orientación, acompañamiento y, sobre todo, que los puedan escuchar”.

Ya finalizando su intervención y mientras pasaba una bandada de aves, Ulloa lanzó varios retos a los miles de peregrinos. El primero fue que al conocer el pensamiento social de la Iglesia se podrá hacer “realidad” la revolución del amor y la justicia. Luego, que el ser santos no es tener rostro de figuras de estampillas que se compran por allí, sino salir de la corrupción espiritual y material, ya que un santo defiende a los que no tienen defensa, también al migrante, lucha siempre, sale de la mediocridad y comparte con el prójimo.

Además, les pidió a los jóvenes no tener miedo. Para eso, usó la siguiente frase del papa Francisco: “Jóvenes, sigan armando líos y sigan poniendo nerviosos a los adultos”. El discurso había concluido y Ulloa regresaba a su gran silla en el altar, mientras que los peregrinos gritaban a una sola voz: “Esta es la juventud del papa, esta es la juventud del papa”.

La oscuridad se había asentado sobre gran parte del Campo Santa María la Antigua y el mensaje había sido dado. Algunos jóvenes lloraban de la emoción, otros gritaban y también sonreían. La eucaristía de bienvenida prosiguió con sus rituales regulares hasta llegar a la bendición final.

En ese momento, el líder católico recordó la llegada del papa Francisco y sobre cómo debía ser recibido. La eucaristía de bienvenida había terminado cuando el arzobispo dijo: “Pueden ir en paz”. Ahora la expectativa está en el arribo al país del pontífice latinoamericano.

Hasta ayer, el balance del Servicio Nacional de Migración es que habían ingresado al país 49 mil 963 peregrinos. El punto de mayor llegada es el aeropuerto de Tocumen, con 31 mil 857 personas; seguido de Paso Canoas y Panamá Pacífico.

México es el país que trajo más peregrinos a Panamá, con 4 mil 653; luego Colombia, con 4 mil 223, y en tercer lugar está Brasil, con 4 mil 88. En Centroamérica, el país que más ha aportado jóvenes es Costa Rica, con 4 mil 81; mientras que de Europa es Polonia, con 2 mil 871.

Se espera que hoy el pontífice llegue a las 4:30 p.m. al aeropuerto de Tocumen. Desde allí, partirá en una gran caravana hasta la Nunciatura Apostólica, corregimiento de Ancón.

Con esta visita, la JMJ tomará más fuerza y el país recibirá nuevamente a un papa después de casi 36 años. En 1983 lo hizo Juan Pablo II. Ahora, el grito de moda en Panamá es: “Esta es la juventud del papa”.



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